Eucaliptos y jequitibás

En el capítulo "Maestros de pacotilla" has probado uno de los tragos más amargos de nuestra profesión. Por desgracia, situaciones como las que te he relatado son muy habituales en colegios e institutos. Supongo que te preguntarás por qué sigue habiendo docentes apasionados con su trabajo... La respuesta no es de fácil explicación. Cuando esto sucede, ya lo habrás comprobado en el libro, suelo recurrir a un cuento o metáfora (nuestro cerebro lo comprende mejor que una teoría o disertación).

El profesor brasileño Rubem Alves explica la pedagogía a partir del amor a las personas y la vinculación a la madre naturaleza. En una preciosa analogía explica que los docentes son como los árboles en la selva. Alrededor de su figura florece la vida: crece la vegetación, los animales encuentran cobijo, sus hojas desprenden oxígeno... Son la base del ecosistema. Si talas los árboles, la selva entera desaparece.

Pero al igual que sucede con los docentes, en la selva hay muchos tipos de árboles, y entre ellos encontramos diferencias muy sustantivas.

El jequitibá es uno de los árboles ancestrales de Brasil. Es un árbol especial por muchos motivos. Es nativo y conecta con la sabiduría procedente de los primeros pobladores. Su majestuosidad y elegancia contribuyen a engrandecer su leyenda. Pero sobre todo es un árbol "generoso": crece a un ritmo muy lento y va creando una sinergia especial, de la que se benefician todos los seres que lo rodean. Su influencia sobre otros vegetales y animales es tan grande que cuando son talados muere todo lo que hay en sus inmediaciones.

Jequitibá

Otros árboles, sin embargo, no están tan conectados al ecosistema. Es el caso de los eucaliptos: su crecimiento es rápido (no tienen esa personalidad que dan los años), son idénticos unos a otros. Si talas un eucalipto puedes plantar otro, y en poco tiempo todo seguirá igual. Cumplen su función en la naturaleza, pero son independientes, asépticos... "profesionales".

Los educadores que aman su profesión, a pesar de las adversidades y sinsabores, son como los jequitibás. Cuando desaparecen ocasionan una gran pérdida. Su conexión con el entorno es especial. Al igual que los jequitibás forman parte del alma de Brasil, los educadores siempre viven en el corazón de sus alumnos. No hay un trabajo igual.

Pero hay otros (no los voy a llamar educadores, no lo son) profesionales que dominan las técnicas didácticas. Hacen su trabajo: enseñan. Cumplen. No se implican emocionalmente. Como los eucaliptos, cuando desaparecen no se nota su ausencia. Se sustituyen fácilmente.

Por suerte, en los colegios hay más jequitibás que eucaliptos.


Dedico esta entrada a mis amigos brasileños y agradezco especialmente a Joselito que me haya mostrado esta historia... este tesoro de la pedagogía brasileña.
 

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